Sin la solvencia exitando mis acciones,
he creado una pared de ladrillos,
para darle alimentos a los gusanos,
con las fibras que estrujen mis células.
Esta lápida donde puedo mirarme,
toda mi familia o gran parte de ella,
acumula un fétido olor, por guardar cartas suicidas,
escritas con la intención , de darle a mi vida,
un bolígrafo de tinta azul.
No necesito esa indiferencia,
esa nulidad de interacción humana,
con el transpirar de ácido, es un antidepresivo,
puedo andar por manicomios, en lugares que conozco,
sentirme viva, para poder matarme,
crear la posibilidad de suicidio;
apropiándome de la vida, con esperanzas sustentadas
por una fé indeterminada, un maldito anhelo
que es lograr atraer alguna mirada.
Esmerarme a ver mis carencias como prueba de necesidad,
a negarme a ver cenizas, bastan ideas impúdicas.
Para juzgar el presagio amorfo,
por la tranqulidad en la música de mis ojos,
encaminado a la muerte,
la eternidad comienza a graficar,
infiernos inspirados en un paraíso,
mis instintos, no importa lo que haga,
pronto dejarán de lastimarme,
intentando esquematizar un suicidio,
con la grotesca transgresión
mutadora de lúbricos placeres.
Comienzo a perder las sincronías de las plapitaciones,
el negro ahora mi vista.
Estoy olvidando cualquier signo de mi pasado,
intento moverme, consigo mover mis labios,
un grito clamando ayuda,
para apresurar esta despdida,
intentando sanar mis depresiones,
consigo que se abran las puertas,
a través de horizontes desconocidos......
