Esta mañana desperté muy temprano,
un cosquilleo en las entrañas
me obligó a abrir los ojos,
una extraña mezcla de odio, esperanza y miedo
ya no me permitieron conciliar el sueño,
cerré los ojos y me mantuve en cama,
intentando dormirme de nuevo
intentado olvidar mi desconsuelo
eran tan pocas mis ganas de viviré
era tan grande el peso del dolor
que fuerzas no tenia ni para latir el corazón.
Recuerdo que llevaba diez, veinte, mil días
¡No sé cuántos! Hundida en mi tristeza
los insectos de la soledad
empezaban a devorarme el alma;
las voces, no eran más que ruidos
olvidé cantar, olvide reír, olvide soñar
¡ya no quise vivir!
Había olvidado como respirar,
ya no podía ver más ahí de mis pies
todo estaba revuelto en mi cabeza,
la humedad de mi habitación oscura
me recordaba el olor a cementerio
mis cortinas polvorientas
prohibían que el sol me saludara,
y la luna se escondió entre las tinieblas…
eran claras en la oscuridad de mí recamara,
en los techos los chillidos de los murciélagos
y los aullidos de los gatos negros me asustaban,
las brujas de mis cuentos de niña
regresaban a acosarme…
Me erizaban la piel, el cabello me jalaban
se reían de mi llanto y se bebían mis lágrimas
y cuanto más convaleciente mi alma,
¡más alegres en mi habitación jugaban!
la palidez maquillaba mi cara
mis dedos se hacían flacos y largos
mis costillas casi se quebraban
la delgadez de mis piernas
hacían mi desnutrición evidente,
y la deshidratación de mi alma,
no me permitió derramar más lágrimas,
y ya no lloré,
solamente me hundí en un pozo profundo…
Y en vez de intentar escalar
¡desenterraba para enterrarme más!
Decide hacer una tumba para mí misma
silenciosa, tenebrosa, oscura y fría
sin velas, ni invención, ni novenas,
ni misas de cuerpo presente, ni la del octavo día
decide morir, sin avisar a nadie,
sin causar lágrimas, ni penas,
decidí sufrir yo misma
mi prematura muerte,
decide matarme y fue lentamente.
¡Y lo hice! Mori o no sé, ¡tal vez sólo dormí!
Y conmigo adormecí a mis temores,
derribé las barreras de mis limitaciones
¡pude vivir mi muerte y respirar!
Después de diez, veinte, mil
¡No sé cuántos días de estar ausente!
¡Salí de ese umbral de las tinieblas!
Abrí los ojos a la luz muy lentamente
me levanté de las mieses de la tierra,
los gatos se comieron los murciélagos
y satisfechos se fueron a dormir,
las brujas regresaron a sus cuentos,
y mis ventanas las volvieron a abrir
¡la luz de la luna en ellas penetró!
me despertó el canto de los vientos
Y el olor a lluvia mi alma hidrató…
¡Me levanté entonces de aquel largo deceso!
ya no había más insectos, no más miedo,
¡Se fue el dolor!
Olvidé la razón para morirme
Y entonces me di cuenta que ya era mariposa,
Que era yo misma pero con grandes alas,
emprendí el vuelo y mientras volaba
Me pregunté si esto era:
¿metamorfosis o reencarnación?
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