19 abril 2009

Domingos!


Tristes Domingos nocturnos en que las opresivas
soledades fundamentales, atacan sin disfraz ni piedad.
Soledades autónomas en su maldad e indolencia.
Soledades de los veinti y tantos en que ya nada es tan
lustroso como antes y nada aun tan obsoleto.
La tarde de Domingo también me encontró triste y
callada: laxa en mi cama vacía, con el único horizonte
posible de viejas cenefas trémulas de aire detenido, de otoño aun
naciente, de muertes tantas veces presentidas;
pues se muere mil veces, mil veces que se suplica
por una resurrección que jamás se produce, que
nunca (nunca) vendrá.
Con el tiempo, estas pequeñas muertes
individuales crecen cósmicamente, hasta embriagarnos del sentido de no existencia de esa mayor, esa definitiva frente a
la cual, ya nada parece importar demasiado.

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